EDITH STEIN " LA ATEA QUE LLEGO A SANTA"
Edith Stein, nació en una familia judia alemana de clase alta.
En 1801, murió a los 51 años en Auschwitz, gaseada, bajo el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz, filófosa carmelita y prestigiosa intelectual de fama internacional
Sirvió de nada, ni su inteligencia ni religión para salvar su vida ni la de su hemana del terrible esterminio nazi.
Quedó huerfana de padre a los 2 años de edad.
Fue una estudiante desmotivada en la escuela, pero una universitaria tan destacada que desbancó a Heidegger como ayudante de plaza.
Para la poesía tenía una capacidad reflexiva especial.
Temprana fué su falta de fé y su necesidad de justificación existencial, la descriminación de las mugeres etc..Cuando estalló la Primera Gerra Mundial, sus frases delataron que, aunque atea , creía en un fín mayor que su propia vida.escribió "Ahora mi vida no me pertenece, cuando termine la guerra si es que vivo aún podré pensar de nuevo en mis asuntos personales.
Si los que están en las trincheras sufren calamidades,¿ por qué he de ser yo una privilegiada?
Acto seguido, se alistó como enfermera.
En el año 1921, dos hechos marcaron su conversión: la muerte de un amigo cercano y la lectura de la hobra de Santa Teresa de Ávila.
Once años más tarde, frofesaría en el Carmelo de Colonia, ante la desesperación de su madre, que nunca entendió su conversión, y la de muchos intelectuales ,Sin enbargo, aún escribiría La ciencia de la Cruz, en 1941, ya en holanda, donde había sido destinada cuando la situación de los judíos en Alemania empeoró.
El 2 de agosto de 1942 tras la lectura pública de una pastoral en la que los obispos católicos denunciaban las deportaciones, soldados nazis asaltaron el combento carmelitas en el que Edith vivía con su hermana Rosa.
Fué canonizada 1998 es copatrona de Europa , Ha dejado importantes tratados filosóficos.
Fué la única mujer en su época, que estudiaba filosofía en la universidad en 1910.
Murió con 51 años ( 1891- 1942)
Siete días más tarde morirían ambas en una cámara de gas , quienes coincidieron con ellas en sus últimos momentos hablan de su serenidad y del cuidado con el que atendía a los demás.
Quienes la conocían, la reconocieron en este retrato,con su sombrero de paja.
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Espléndido!!
ResponderEliminarUn saludo
Hola H Gracias por tu comentario un abrazo de Doris..
ResponderEliminarMagnífico escrito. Un saludo.
ResponderEliminarHola Anonimo me alegro, que te guste mi escrito...darte las gracias,abrazos desde Toledo, de Doris
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